martes, 22 de enero de 2008

Bandas: De la guerra a la paz

1992. Firma de los Acuerdos de Paz. No hay dato oficial, decreto o fecha exacta, pero sí el recuerdo de que las bandas de guerra dejaron de ser de guerra cuando el conflicto civil claudicó y la paz se veía renacer en el horizonte salvadoreño; entonces fueron llamadas bandas de paz.

“ ¡Firmes! Uno, dos, tres, ¡marcha!” Voz de mando. Instructores y alumnos se ponen serios unos y firmes los otros. Empieza así la rutina de un nuevo ensayo, como si fuera una presentación ante el público, en 15 de septiembre. El ensayo es diario, de una hora y media bajo el sol, para medir la resistencia de los jóvenes.
Las bandas estudiantiles de guerra fueron creadas, en primera instancia, para anunciar y marcar el paso, únicamente con tambores, de las escuelas normales, cuando estas recorrían las calles en el día de la patria.
Sin embargo, con el tiempo, luego de los Acuerdos de Paz, las bandas se convirtieron en bandas de paz. No hay un decreto oficial o un texto que afirme lo dicho, solo fue “dicho” o “sugerido” por la entonces ministra de Educación, Cecilia Gallardo de Cano. Este es el discurso que instructores, alumnos y encargados de la parte artística de las instituciones educativas manejan.
“La transición fue en 1992, pero fue solo de palabra, luego de la firma de los Acuerdos de Paz. En 1993 la ministra era Cecilia Gallardo de Cano, en ese entonces fue que hizo la recomendación a los instructores de las bandas para que ya no se usara la palabra guerra, porque ahora ya disfrutábamos de un clima de paz”, asegura el instructor de la banda musical del Instituto Nacional Francisco Menéndez (INFRAMEN), Saúl Edgardo Pérez.
“Simplemente se dijo en las instituciones educativas que a partir de ese momento que se debía inculcar a los jóvenes que ya no era banda de guerra, sino de paz”, asegura el instructor de la banda del Instituto Thomas Jefferson, José Adalberto Sazo.
Pérez no reconoce este cambio a nivel interno del INFRAMEN, pues, asegura que como institución, sí respetan los linea-mientos del ministerio (de Educación), y que públicamente sí se identifican como banda de paz, pero internamente adoptan el nombre de banda de guerra, “porque es el nom-bre con el cual nacieron las bandas en la historia”.
Por su parte, el subdirector del Instituto Thomas Jefferson, de Sonsonate, Walter Santos, asegura que “en la época de guerra todo se veía en función del militarismo, situación que educativamente no convenía. Así fue como se decidió convertir a las bandas en bandas de paz”.
Según Santos, las bandas de guerra estaban más inclinadas al momento conflictivo que se estaba viviendo. Anteriormente se tocaban marchas “fuertes”, como la de Gerardo Barrios, pero hoy han dejado ese tipo de música. “Hoy tocamos música que está de moda: mambos, merengues, cumbias; lo que se mantiene son las marchas españolas”, asegura.
Disciplina y no violencia
Pérez afirma que la creencia popular es que una banda estudiantil tiene inclinaciones militares por tener disciplina, pero esto no es violencia, sino la inclinación de las bandas de corte marcial.
“El nombre le impulsa a ser bastante fuerte en el sentido de la disciplina, que es algo en lo que nosotros hacemos énfasis acá, la disciplina no les pertenece a las instituciones castrenses. Cuando asociamos guerra es por la disciplina que ellos manejan, no por el fusil”, recalca.
Lo que el instructor de la banda del INFRAMEN asegura que sí genera violencia es la participación en los concursos de bandas de paz estudiantiles, pues la rivalidad se da en el momento de anteponer a un grupo o institución como mejor que los demás.
Recuerda, además, uno de estos concursos, organizado por una radio juvenil en 2005, que terminó con 87 alumnos del centro educativo capitalino arrestados por actos de violencia.
“Todos quieren ganar o llevarse el primer lugar, cuando cuatro personas que saben de música o de baile no son la generalidad de todo, y siempre los jurados se inclinan por un lado o el otro”, afirma. Sugiere que “mejor les regalen el aplauso por participación y desempeño a todos”. Agrega que deberían de crearse más espacios de participación para que los diferentes grupos demuestren lo aprendido a lo largo del año.
Al contrario de la renombrada rivalidad existente entre los jóvenes de algunos centros educativos estudiantiles, Pérez asegura que con la integración de alumnos de varias bandas en una sola, la música va “uniendo, unificando: la música logra unir y borrar esas barreras de violencia que existen”, asegura.